martes, 15 de agosto de 2017

Día 8 - 15 agosto 2017

Nos levantamos animados y una hora antes de lo habitual, ya que para el día de hoy hemos dejado la visita estrella de Eslovenia, el lago Bled. La previsión del tiempo también es buena, así que dejamos el hotel decididos a exprimir a tope este día.

Pero antes de llegar a Bled, hacemos una parada para realizar otra de las visitas más populares de este país, la garganta de Vintgar, por la cual fluye el río Rodovna.

Y aquí viene la primera sorpresa del día, el acceso a este paraje natural está súper masificado. Coches y más coche haciendo cola para poder aparcar en uno de los tres párkings de la zona. Nos armamos de paciencia y una vez "aparcados" nos dirigimos hacia la entrada a la garganta, donde nos encontramos una caseta, con otra cola enorme de gente que espera pacientemente para comprar el ticket. En este punto nos desanimamos un poco pensando en que hemos elegido un mal día para esta visita, ya que el 15 de agosto es también fiesta en Eslovenia, y nos encontramos con mucho turista autóctono. El precio por adulto es de 5€, y Dídac paga unos simbólicos 0,80€.


Después de más de 30 minutos de cola accedemos a un sendero que transcurre por pasarelas de madera que nos llevan continuamente a un lado y a otro del desfiladero.



Vamos con cuidado porque Aaron lleva a Dídac en la mochila, y tenemos que vigilar que no se dé ningún golpe en la cabeza con las piedras que sobresalen de las paredes del desfiladero, pero el niño va tranquilo y contento comiéndose un Chupa-Chups.


El paseo hasta el final del recorrido en la cascada Sum, son 1600m muy fáciles de realizar, pero a nosotros nos resulta muy agobiante, debido a la cantidad de gente que hay. Y nos es casi imposible fotografiar el entorno.






Volvemos al coche y ponemos rumbo a Bled y como queremos hacernos una idea de toda la extensión de su lago y tener una buena perspectiva de los alrededores, nos dirigimos al castillo medieval, que está en lo alto de un acantilado.


La entrada al castillo se realiza por una empinada y resbaladiza cuesta, y el ticket de acceso cuesta 10€ por persona, más otros 3€ que ya hemos pagado por aparcar el coche.







Después del castillo decidimos parar para comer algo rápido, y una vez acabada la comida, nos dirigimos a descansar y darnos un bañito en una de las playitas que habíamos divisado desde el castillo.

Volvemos a pagar otros 2€ por dejar el coche, y andamos un poco hasta una playa de hierba y cemento de lo que parace un club de natación. La playita está repleta de eslovenos haciendo kayak, paddle surf o simplemente tomando el sol o dándose un baño.


Dídac se niega a bañarse, Esther se amotina también, y Aaron es el único valiente que decide darse un baño.




Una vez descansados, pero con un calor agobiante, decidimos volver al coche a encender a tope el aire acondicionado y bordear todo el lago.



Este tiene una isla en el centro, con una iglesia. A la isla se puede acceder en barca, nosotros no lo hacemos porque hoy ya estamos algo cansados de hacer cola. Realizamos alguna parada más para fotografiar el lago y su bonita isla desde la orilla y en este punto ponemos rumbo a nuestro hotel.

Después de una reparadora siesta, nos acercamos otra vez al parque Tívoli para que Dídac juegue un ratito antes de ir a cenar.


Cenamos en un restaurante italiano que tiene una carta casi tan extensa como el Quijote, y después de unas pizzas buenísimas, damos un tranquilo paseo para bajar la cena y volvemos a nuestro hotel.


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