lunes, 4 de noviembre de 2019

Día 4 - 4 noviembre 2019

Hemos dejado lo mejor de esta escapada para el final, hoy visitamos Pompeya!!!

Esta ciudad de la Antigua Roma se encuentra ubicada a 25km de Nápoles, y la opción más habitual para visitarla desde Nápoles, es hacerlo en tren desde la estación central de Piazza Garibaldi, pero para nosotros, que vamos con niños pequeños y carricoches pensamos que lo más cómodo es hacerlo con una excursión contratada previamente, y que nos lleven en autocar. Valoramos diferentes ofertas por internet, y al final, viendo que la previsión meteorológica no es muy buena, decimos contratar una excursión de mediodía con la empresa GetYourGuide.

Nos pasan a recoger por el Café Gambrinus, con sus 150 años de historia, es el café más antiguo y venerable de la ciudad. Por sus bonitos salones han desfilado reyes, intelectuales, personajes célebres y ciudadanos anónimos.

En un principio, no pasamos de la puerta, pero viendo que tardan en recogernos y que empieza a llover, entramos a tomarnos un café bien caliente.

Por fin aparece nuestro transporte, después de una hora de espera, estamos enfadadísimos y así se lo hacemos saber a la guía, pero esta ni se inmuta y nos responde que el tráfico a esa hora en Nápoles es horrible, en fin....

En la puerta de entrada a Pompeya, empieza a llover y nos ponemos nuestros chubasqueros. Comenzamos la visita entusiasmados, y esta nos resulta muy interesante. Nuestra guía nos explica cosas curiosas de la época y la importancia de esta ciudad, debido a su privilegiada ubicación, a orillas del Mediterráneo.

Visitamos la parte oeste de la ciudad, donde se encuentran la mayoría de los edificios públicos, casas y tiendas importantes. Pasamos por la puerta Marina, el teatro, la basílica, el foro, los baños, el lupanar (burdel), la panadería, la casa del Fauno, el Termopolium, la calle principal, y los moldes de yeso de los difuntos. 















En poco más de dos horas visitamos esta ciudad y retrocedemos casi 2000 años en el tiempo. Pero toca ya volver a la realidad y subimos a nuestro autocar de vuelta a Nápoles.

Le pedimos al chófer que nos deje en el centro histórico, en Via Cesare Sersale, donde se encuentra la pizzería da Michelle, la más famosa y antigua de la ciudad, abrió sus puertas en 1870. Estar en Nápoles y no detenerse a comer una pizza en este local es un sacrilegio. Para coger mesa hay que tener tiempo y armarse de paciencia, sus colas en la puerta son también famosas, nosotros estuvimos poca más de una hora esperando a que nos llamasen por nuestro número de llegada, y no aceptan reservas.


Aquí se degusta la verdadera masa de pizza napolitana, y en su carta solo aparecen 2 tipos de pizza, la Marinara y la Margherita.





Esta pizzería también se ha hecho famosa recientemente por aparecer en la película Come, Reza, Ama, donde Julia Roberts (en el papel de Elisabeth) busca un lugar donde poder degustar no solo pizza sino un pedazo de historia. 

Después de comer regresamos a nuestro apartamento a recoger las maletas y un señor muy amable y paciente (vamos tarde), entiende que ir con niños pequeños nos retrasa en nuestra hora de salida.


El señor aprovecha para explicarle a Aaron (es el único del grupo que habla italiano) la historia de nuestro apartamento. Data del año 1500 y perteneció a una antigua iglesia que se encuentra pegada a nuestro alojamiento.


Una vez ya listos el señor nos pide dos taxis que nos acercan al aeropuerto. No es un trayecto fácil, es hora punta y nuestro avispado taxista se mete por callejuelas estrechísimas, con doble sentido, motos circulando por doquier, un caos total, pero llegamos sanos y salvos a nuestro destino. 

Esperamos un rato en el aeropuerto y en nada cogemos el avión de vuelta a casa. 


Ya solo queda pensar en el siguiente destino: Nueva York

domingo, 3 de noviembre de 2019

Día 3 - 3 noviembre 2019

Nos despertamos sin prisas porque como ya anunciaba el pronóstico meteorológico, amanece lloviendo. Pero estamos de buen humor, hoy celebramos otro cumpleaños, el de Esther.


Cuando creemos que la lluvia nos da una tregua, salimos a la calle, pero no hemos andado ni 100m cuando vuelve a diluviar. Corremos a refugiarnos en una cafetería y vemos que las calles parecen torrentes de agua. Dídac está contentísimo estrenando sus botas, e insiste mucho para que le dejemos salir a la calle a saltar en los charcos.


Para hoy tenemos pensado hacer la visita a Napoli Sottoterranea, esta excursión es un recorrido a pie por los antiguos acueductos griegos, aprovechados más tarde como refugio durante la II Guerra Mundial.



Llegamos justo a tiempo para la visita guiada en castellano, y tras pagar la entrada de 10€ por adulto, comenzamos a descender más de 100 escalones para llegar a 40 metros de profundidad, estamos en las entrañas de la ciudad y comenzamos a recorrer una sucesión de estrechos túneles y extensas salas subterráneas.

A la hora de realizar esta visita es importante tener en cuenta que durante el recorrido se pasa por angostos túneles de apenas 70 centímetros de anchura. Estas zonas se visitan en penumbra con la única iluminación de una pequeña vela, por lo que si se sufre de claustrofobia es mejor no hacer la visita. De  nuestro grupo, varias personas tuvieron que abandonar.


Nosotros realizamos todo el recorrido sin ningún problema y Dídac se lo pasa pipa llevando la vela.



Al acabar todo el circuito volvemos a subir a la superficie y atravesamos la Basílica de San Paolo Maggiore para salir a una serie de calles donde nos muestran los antiguos arcos romanos y una exposición de Belenes típicos de la ciudad.






La última parada nos sorprende gratamente. Paramos delante de una puerta y accedemos a una casa habitada en su día por una familia que ignoraba que en su sótano se conservaban los restos de un circo romano.





La visita nos parece interesantísma, todo un acierto 100x100 recomendable.

Comemos en una trattoria cerca de la Basílica.



Al acabar ponemos rumbo a la capilla Sansevero, para ver la escultura del Cristo Velado, esta escultura es célebre por las transparencias del velo de mármol que envuelve la figura del Cristo muerto.



Se nos ha hecho tarde, pero aún queremos ver la famosa parada de metro Toledo, catalogada recientemente por el diario británico The Daily Telegraph como "la estación más bonita del mundo", un auténtico museo de arte underground.






Nos acercamos también a la majestuosa Piazza Plebiscito, donde nos encontramos una exposición de la fuerzas aéreas.


Nos tomamos un Spritz en las Galerías de Umberto I y, paramos camino de nuestro apartamento, en un restaurante para cenar.



sábado, 2 de noviembre de 2019

Día 2 - 2 noviembre 2019

Hoy nos levantamos felicitando a nuestra cuñada Ester, es su cumpleaños y estamos de celebración!!!

Después de arreglarnos y desayunar, estamos ya listos para patearnos esta frenética ciudad.




La primera parada la hacemos en la Basílica de Santa Clara,  famosa por su bonito claustro decorado con paneles de azulejos. Aquí hacemos un montón de fotos y pasamos un rato muy agradable.

  











Desde aquí nos acercamos al Bar Nilo, con su altar dedicado a Maradona, en este bar no te permiten hacer fotos si previamente no has consumido, lo controlan bastante.




Cerca nos queda el restaurante Tándem, donde hacen el mejor ragú de Nápoles. Llegamos al pequeño local y nos dicen que lo tienen todo lleno, pero que tienen otro local cerca y nos hacen la reserva. 

Deshacemos el camino andado para llegar a él y tras esperar unos minutos nos ponen en una sala súper amplia y tranquila, esto contrasta mucho con lo que hemos vivido hasta el momento, calles estrechas, repletas de gente y difíciles de transitar,. La tranquilidad que se respira  nos parece un oasis en medio de tanto caos.

La especialidad de este restaurante es el ragú, a nosotros nos parece delicoso, y disfrutamos mucho de la comida, del servicio no tanto, lo encontramos un poco lento, y pensamos que esto se debe a que el local lo tienen a tope.


Después de cargar pilas decidimos bajar la comida acercándonos a la Via San Gregorio Armeno, esta calle es conocida por sus  puestos de Belenes.





Nos parece muy curioso y nos recuerda bastante a la Fira de Santa Llúcia que se celebra cada Navidad en nuestra ciudad.


Caemos en la tentación y probamos el babà, un dulce típico  napolitano hecho de ron y almíbar, muy rico aunque un poco empalagoso.



Seguimos hasta Via dei Tribunali,y en este punto dudamos si coger el metro o volver a nuestro apartamento andando. Decidimos que para dos paradas de metro mejor volver andando., y nos arrepentimos muy pronto de la decisión tomada, Aaron empieza a notar el cansancio de ir todo el día con muletas y Esther de cargar a Dídac a la espalda, y para colmo se pone a diluviar.

Nos refugiamos en una cafetería y tomamos algo mientras escampa.

De aquí ya a cenar al mismo restaurante de anoche, comentamos y nos reímos mucho de las anécdotas vividas este día.