Hemos dejado lo mejor de esta escapada para el final, hoy visitamos Pompeya!!!
Esta ciudad de la Antigua Roma se encuentra ubicada a 25km de Nápoles, y la opción más habitual para visitarla desde Nápoles, es hacerlo en tren desde la estación central de Piazza Garibaldi, pero para nosotros, que vamos con niños pequeños y carricoches pensamos que lo más cómodo es hacerlo con una excursión contratada previamente, y que nos lleven en autocar. Valoramos diferentes ofertas por internet, y al final, viendo que la previsión meteorológica no es muy buena, decimos contratar una excursión de mediodía con la empresa GetYourGuide.
Nos pasan a recoger por el Café Gambrinus, con sus 150 años de historia, es el café más antiguo y venerable de la ciudad. Por sus bonitos salones han desfilado reyes, intelectuales, personajes célebres y ciudadanos anónimos.
En un principio, no pasamos de la puerta, pero viendo que tardan en recogernos y que empieza a llover, entramos a tomarnos un café bien caliente.
Por fin aparece nuestro transporte, después de una hora de espera, estamos enfadadísimos y así se lo hacemos saber a la guía, pero esta ni se inmuta y nos responde que el tráfico a esa hora en Nápoles es horrible, en fin....
En la puerta de entrada a Pompeya, empieza a llover y nos ponemos nuestros chubasqueros. Comenzamos la visita entusiasmados, y esta nos resulta muy interesante. Nuestra guía nos explica cosas curiosas de la época y la importancia de esta ciudad, debido a su privilegiada ubicación, a orillas del Mediterráneo.
Visitamos la parte oeste de la ciudad, donde se encuentran la mayoría de los edificios públicos, casas y tiendas importantes. Pasamos por la puerta Marina, el teatro, la basílica, el foro, los baños, el lupanar (burdel), la panadería, la casa del Fauno, el Termopolium, la calle principal, y los moldes de yeso de los difuntos.
En poco más de dos horas visitamos esta ciudad y retrocedemos casi 2000 años en el tiempo. Pero toca ya volver a la realidad y subimos a nuestro autocar de vuelta a Nápoles.
Le pedimos al chófer que nos deje en el centro histórico, en Via Cesare Sersale, donde se encuentra la pizzería da Michelle, la más famosa y antigua de la ciudad, abrió sus puertas en 1870. Estar en Nápoles y no detenerse a comer una pizza en este local es un sacrilegio. Para coger mesa hay que tener tiempo y armarse de paciencia, sus colas en la puerta son también famosas, nosotros estuvimos poca más de una hora esperando a que nos llamasen por nuestro número de llegada, y no aceptan reservas.
Aquí se degusta la verdadera masa de pizza napolitana, y en su carta solo aparecen 2 tipos de pizza, la Marinara y la Margherita.
Esta pizzería también se ha hecho famosa recientemente por aparecer en la película Come, Reza, Ama, donde Julia Roberts (en el papel de Elisabeth) busca un lugar donde poder degustar no solo pizza sino un pedazo de historia.
Después de comer regresamos a nuestro apartamento a recoger las maletas y un señor muy amable y paciente (vamos tarde), entiende que ir con niños pequeños nos retrasa en nuestra hora de salida.
El señor aprovecha para explicarle a Aaron (es el único del grupo que habla italiano) la historia de nuestro apartamento. Data del año 1500 y perteneció a una antigua iglesia que se encuentra pegada a nuestro alojamiento.
Una vez ya listos el señor nos pide dos taxis que nos acercan al aeropuerto. No es un trayecto fácil, es hora punta y nuestro avispado taxista se mete por callejuelas estrechísimas, con doble sentido, motos circulando por doquier, un caos total, pero llegamos sanos y salvos a nuestro destino.
Esperamos un rato en el aeropuerto y en nada cogemos el avión de vuelta a casa.
Ya solo queda pensar en el siguiente destino: Nueva York
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