jueves, 25 de agosto de 2016

Día 3 - 25 agosto 2016

Hoy nos tomamos el día de relax y decidimos explorar los alrededores de nuestro hotel. 

Al levantarnos y mirar por la ventana observamos que a poca distancia, hay un teleférico que sube a la cima de una altísima montaña, así que después de desayunar nos acercaremos andando hasta allí.


Pasamos por un supermercado para comprar provisiones y nos encontramos con unos carros de la compra muy particulares.


Compramos los dos forfaits por unos 35 euros y nos explican las actividades que allí podemos
realizar. También que el teleférico pertenece a la estación de esquí de Spieljochbahn y está a una
altura de 1865m.


Mientras subimos, nos imaginamos cómo deben ser esas laderas nevadas para esquiarlas.


Llegamos a la cima y a parte del típico bar restaurante de estación de esquí, vemos varios senderos que salen desde allí mismo, y muchos excursionistas por los alrededores. Con Dídac dormido en la babybjörn decidimos dar un paseo hasta otra cima cercana.



Las vistas del valle son impresionantes, y aquí nos entretenemos un poco admirando el lugar y
haciendo fotos para no olvidarnos de ningún detalle.




Para los curiosos, hay un pequeño mirador/telescopio que indica la altura de la montaña que
estamos viendo y dónde se sitúan las principales ciudades austriacas.

Al volver del paseo, encontramos otra ruta para ascender a otra cima, pero los primeros desniveles nos desaniman, ya que es difícil hacer esto con un niño en brazos.

Nos llama mucho la atención un circuito que encontramos, hecho con diferentes materiales, (grava, piedras, cortezas, arena…), para caminar por él descalzo. Nos informamos de todas sus ventajas (estimula el sistema cardiovascular, reflexología natural, fortalece el sistema inmunológico, disminuye la presión arterial, entrena la habilidades motoras, y los sentidos).


Así que nos quitamos rápidamente las bambas, dejamos libres nuestros pies, y probamos esta
experiencia.




En este punto, Dídac se despierta y nos dirigimos con él a la zona de juegos infantiles. Un lugar
precioso, con un río con agua helada y poquita profundidad, lo justo para que los niños puedan
chapotear a sus anchas. Este río desemboca en un laguito donde una balsa tirada con cuerdas,
hace las delicias de todos los niños. Dídac no iba a ser menos y sin zapatos y en pañales se lo pasa pipa jugando con el agua.






Volvemos a nuestro hotel a comer y disfrutar de las instalaciones.




Después de la cena vemos como la anfitriona del hotel saca una especie de organillo antiguo, que aparece en muchas fotos del hotel, y se pone a tocar el cumpleaños feliz a unos huéspedes.


Por último, solo queda contemplar las estrellas en estos cielos tan despejados, qué diferencia con Barcelona...

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