martes, 7 de abril de 2015

Día 1 - 28 de Marzo 2015

Este año, y por motivos que muchos de vosotros ya conocéis, hemos tenido que adelantar nuestras vacaciones de verano. El motivo no es otro que Esther está embarazada de cinco meses, y si todo va bien, en el mes de agosto seremos papás.

Así que siguiendo los consejos del médico, que se quedaba más tranquilo si nos quedábamos por Europa, nos hemos decidido por Lisboa, capital de Portugal.

Para variar nos toca madrugar, ya que el avión sale a las 7 del aeropuerto de Barcelona. En poco menos de 2h nos plantamos en nuestro destino.


Para llegar a nuestro hotel, el Lisboa Plaza, cogemos el aerobús que nos cuesta 3,5€ cada uno. Tenemos suerte y encontramos que la parada del bus, está situada justo delante de nuestro hotel.


Esta calle es la milla de oro de Lisboa, nuestro Passeig de Gràcia en Barcelona. Al llegar tan pronto aún no disponemos de habitación así que dejamos las maletas en recepción, y nos ponemos en marcha para descubrir la ciudad.

La primera parada es en el Elevador da Glória que nos ha llevado hasta el Miradouro de São Pedro de Alcântara en Bairro Alto. Como aún no hemos comprado la tarjeta Viva Viagem, (cuesta 50 centímos y se le añade crédito, viajes ilimitados durante 24 horas por 6 euros, y da acceso a metro, autobuses, tranvías y funiculares), pagamos el tranvía que nos cuesta 3,60 euros cada uno (dos trayectos, subida y bajada). Súper recomendable comprar la tarjeta Viva Viagem, en el metro nada más llegar.




Ya en el mirador, apreciamos las vistas del Castelo de São Jorge y el Río Tajo. Y nos sorprende la luz blanca del atlántico, un bonito recibimiento que nos ayuda a situarnos en esta acogedora ciudad.



Bajando la calle desde el mirador nos plantamos en la jesuita Igreja de São Roque.


A continuación entramos en el Convento do Carmo, un antiguo convento de monjas carmelitas, dañado por el terremoto que sacudió a esta ciudad en 1755.


Poniendo rumbo a Rua Garret, nos encontramos con un pequeño desvío hacia el Elevador de Santa Justa. Este nos cuesta 1,5€ por persona, para poder subir a la parte más alta por unas escaleras de caracol (tenemos que pagar por no haber sacado todavía al tarjeta Viva Viagem).




Al llegar a Rua Garret hemos ido a visitar el pequeño café art decó, A Brasileira, toda una institución en Lisboa.



Teniendo la parada de metro Baixa-Chiado al lado, hemos decidido comprar la famosa tarjeta Viva Viagem. La hemos estrenado yendo a Cais do Sodré. En esta parada se encuentra el puerto fluvial de Lisboa, y un paseo por la orilla del Tajo, que vale la pena visitar.


Decidimos alquilar unas bicis en bikeiberia. Allí nos atienden dos chicos muy majos y nos aconsejan la ruta hasta Belém, que es justo la que teníamos planeado hacer.

Esta ruta consta de 16km ida y vuelta. La vía ciclable es bastante empedrada y en algunos puntos un poco incómoda por la conjunción de las condiciones del terreno y la gente.

La ruta empieza cruzando por medio de viejos almacenes portuarios reformados y reconvertidos en bares y restaurantes de moda, con vistas inmejorables al río Tajo.

Por el camino vemos el Ponte 25 de Abril, el Cristo Rei al otro lado del Tajo, el monumento Padrão dos Descobrimentos y finalmente la torre de Belém. Hemos comido en un bar a los pies de dicha torre, tomando el sol y recuperando fuerzas para volver.







La vuelta ha sido más rápida ya que no teníamos que parar a hacer tantas fotos, así hemos cumplido con el alquiler de las 4h de bici.



Para el último punto en la lista de cosas que ver para el día de hoy necesitábamos ir al Elevador da Bica. Desde Casi do Sodré hemos tardado 5min caminando,  nos sorprende lo cerca que está todo en  el centro de Lisboa.



Este elevador nos lleva hasta el miradouro de Santa Catarina. Esta zona de la ciudad tiene unas calles con una pendiente más que considerables. En el mirador se encuentra el restaurante A Pharmacia, que está en nuestra lista de posibles sitios para cenar.



Volvemos andando hasta Baixa-Chiado, donde cogemos el metro hasta la parada Avenida, justamente delante del hotel.

Descansamos un rato después del madrugón y la paliza, tanto andando como en bici.


Para cenar nos aconsejan un restaurante al lado del hotel, A Gina. La comida es abundante y bien de precio, pero el servicio es escaso para tantas mesas. Lo mejor ha sido probar el postre "Bolo da Bolacha", un pastel hecho de galletas con café que nos ha sorprendido gratamente.

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