Hoy ponemos rumbo a la isla italiana de Cerdeña (Sardegna).
Hemos optado por coger ferry en vez de avión, y así poder llevarnos nuestro propio coche, a ver qué tal la experiencia!
El barco zarpa a las 23:55 y tenemos que estar en el puerto de Barcelona un par de horas antes para realizar el embarque.
La espera se hace larga, nos tenemos que separar porque el coche se embarca por un lado con un solo conductor, y el resto, Dídac y Esther, han de hacer cola por otro lado para poder acceder a los camarotes. Es todo un poco caos.
Al embarcar nos asignan un camarote pequeño y con literas, que hace las delicias de Dídac.
Pasamos la noche durmiendo y nos despierta la megafonía del barco para decirnos que abandonemos los camarotes que tienen que pasar a limpiar. Aún nos quedan un par de horas para llegar al destino.
Antes de abandonar el camarote, desayunamos y recogemos bártulos.
Buscamos un rincón en el suelo del barco, donde nos acomodamos y pasamos el rato hasta llegar a Porto Torres, que es nuestro puerto de destino en Cerdeña.
Por megafonía nos vuelven a avisar que ya podemos dirigirnos a los coches para desembarcar, y por suerte salimos los primeros.
Una vez en tierra ponemos rumbo a nuestro hotel, el Rocce Sarde, cerca de Olbia, en la Costa Esmeralda.
Llegamos al hotel después de un par de horas de coche, nos acomodamos en nuestra habitación y bajamos a la piscina a darnos nuestro primer baño. La piscina es bastante grande y profunda, llegando a 3,15m en la parte más honda.
Volvemos a la habitación a cambiarnos y ponernos guapos, ya que hoy es víspera de Ferragosto (15 agosto) y han preparado un cocktail especial para antes de la cena.
La cena de hoy es toda a base de pescado. Aaron y Dídac no son muy amigos de los peces, pero al menos a Dídac le preparan un plato de pasta y una milanesa de carne.
Acabamos de cenar y vamos a dormir.
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