En contra de todo pronóstico, el día ha empezado radiante y soleado, incluso con calor.
Hemos desayunado en el backpacker y directos a la empresa donde contratamos la excursión al Glaciar Fox. Aquí nos han provisto del material necesario para andar por el glaciar.
Eramos un grupo grande y los guias nos han dicho que nos dividiésemos en dos, a elegir: guia masculino, guia femenino. Nos hemos decidido por la chica y...bingo!!! era argentina, así que Esther ha podido entender todas las explicaciones que se daban.
Esta chica trabaja también como guia en el glaciar Perito Moreno de Argentina, su empresa tiene buenas relaciones con la del Glaciar Fox, y acostumbran a hacer intercambios, lo que nos ha parecido una buenísima idea, porque aquí escasean los guias de habla hispana. A esta chica le acompañaba otro supervisor con más experiencia, ya que sólo lleva 9 dias en el país.
Ha sido una mañana soleada, no había ni una sola nube en los montes Cook y Tasman, así que hemos tenido unas vistas fabulosas.
Parada para comer y el tiempo ha cambiado de golpe, nos hemos tenido que poner las chaquetas marca "Glaciar Fox" que nos habían dejado, porque se ha puesto a llover.
Pero esto no nos ha impedido acabar la excursión y hasta incluso conseguir nuestro diploma como que la hemos acabado , "superando, incluso las inclemencias del tiempo", (eso es literalmente lo que pone en el diploma, según la traducción de Aaron).
Toda una experiencia la de andar sobre el hielo, con clavos en las botas, y hasta incluso arrastrándonos por él, para poder entrar en una cueva. Aunque ésto último no todos lo han hecho, de nuestro grupo sólo cuatro "intrépidos aventureros" lo han conseguido, entre ellos Aaron & Esther.
Cuando hemos acabado, nos hemos tenido que cambiar los pantalones porque estaban empapados.
Y ya otra vez al coche donde hemos tomado rumbo a Haast, aquí tenemos nuestro nuevo backpacker donde descansaremos y pasaremos la noche.
Dato curioso:
Cada vez que vamos al super a hacer la compra y compramos cervecitas, la cajera tiene que llamar a una supervisora que nos pregunta que quién de los dos va a pagar. Acto seguido decimos que paga Esther (porque tiene la visa que funciona), la supervisora se la queda mirando fijamente (no sabemos por qué, porque está claro que Esther tiene más de 18 años) y entonces nos dice que vale... nos explican luego que si aparentas menos de 25, necesitan que les enseñes una identificación.
Hasta incluso, llegaron a pedir perdón a Esther, porque ni llamaron a la supervisora (es decir, ya dieron por hecho que era mayor de 25).
Así que cada vez que vamos a comprar nos recuerdan nuestra diferencia de edad y nos hace mucha gracia, porque así tenemos una anécdota más que contar.
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