viernes, 18 de agosto de 2023

Día 9 - 18 agosto 2023

La previsión de lluvia para el sábado sigue igual de mal, así que finalmente decidimos pasar la excursión al Púlpito al día de hoy. Nos despertamos a las 6 de la mañana y salimos del hotel a las 7:30.

Nos esperan 4 largas horas de coche, y estamos impacientes por llegar.

El camino transcurre entre distintos fiordos, con sus bonitas y cuidadas casas rojas reflejadas en ellos.



Pasamos por un sin fin de túneles submarinos, incluido uno reciente, que han construido expresamente para llegar al Púlpito, y así evitar un trayecto antiguo de ferry, donde se perdían más de 4 horas de viaje.



Llegamos sobre las 11:30 y el primer parking ya está completo, así que dejamos el coche en el parking número dos, algo más alejado del inicio de la excursión.

Empezamos la ascensión con Dídac repleto de energía. La mayor parte del camino transcurre por un camino empedrado, aunque hay algunas pasarelas de madera que ayudan a descansar los tobillos.






Cada cierto tiempo vamos parando para contemplar las vistas que son impresionantes.

Hay zonas más estrechas con bastante desnivel donde han colocado unas escaleras de madera para salvar dicho desnivel, aquí la cosa se complica debido a que esta excursión es una de las mayores atracciones turísticas de Noruega y está muy masificada, hay que guardar un riguroso turno de llegada para poder seguir ascendiendo.








Ya llegando al final nos encontramos una señal de prohibición de volar drones, así que Aaron se resigna a no poder volarlo.


Una vez en la cima, que no es más que una formación rocosa suspendida a 604 metros sobre el Fiordo de la Luz, vemos que hace mucho viento y esto nos incomoda bastante, sobre todo a Esther, que está muy pendiente de Dídac, para evitar que se acerque demasiado al impresionante acantilado.


Queremos hacernos la icónica foto en la esquina de la roca, pero hasta para esto hay que hacer cola. Aaron espera paciente su turno mientras Esther y Dídac se resguardan del viento.

La cola se eterniza por la cantidad de fotos que se quiere hacer cada persona o grupo…



Cuando por fin nos toca nuestro turno, nos arrimamos lo más prudencialmente a la esquina de la gran roca, y un chico muy simpático nos hace un montón de fotos divertidas. Misión cumplida!





Aaron y Dídac descubren un camino de piedras que sigue ascendiendo por la montaña, y se disponen a seguirlo, cuando Esther se niega a ello en redondo, dice que puede ser peligroso, debido al fuerte viento que sopla.




En este punto decidimos "atacar" las dos horas de descenso que nos quedan hasta el coche, pero antes, y en una zona que no está prohibido, Aaron vuela el dron para quitarse el mono.




El descenso también lo realizamos sin ningún tipo de problema, aunque después de tantos escalones y rocas, las rodillas empiezan a resentirse.

Llegamos al parking y pagamos en el cajero automático las 250NOK que cuesta dejar el coche aquí.



Intentamos llegar al parking 1 para comer en las mesas habilitadas para hacer picnic, pero eso implicaría volver a pagar para entrar, así que damos media vuelta y ponemos rumbo a Stavanger.

Por el camino nos encontramos con un merendero y paramos para comer.


Llegamos a Stavanger y después de realizar el check-in en el hotel decidimos visitar el centro de esta bonita localidad costera.


Aparcamos el coche al lado del muelle donde nos encontramos unas boyas marinas unidas entre sí para hacer de parque infantil. Dídac se vuelve loco aquí y no quiere salir.


Conseguimos sacarle, y con nuestro hijo algo enfadado paseamos por las calles, nos encantó la Øvre Homelgate con sus bonitas casas todas pintadas de diferentes colores.








Como curiosidad, en Noruega hacen embutido de cualquier animal que viva por sus tierras, desde alces hasta ballenas.

Nos tomamos una cervecita y proseguimos el paseo. Vemos:
  • Valberg Tårnet y jugamos un rato en el parque de niños

  • La Catedral de San Swithun (Stavanger domkirke). Nos la encontramos en reformas así que no entramos y paseamos alrededor.

  • St. Petri Kirke

Cenamos en un McDonalds en el centro del pueblo.

Volvemos al parque de boyas aprovechando las últimas horas del sol del día.



De ahí a buscar un parking cerca del hotel para dejar nuestro coche y descansar, nos lo hemos ganado


Dídac tiene suerte y le regalan un helado en la recepción del hotel, no hay mejor manera de acabar el día.


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