viernes, 10 de agosto de 2018

Día 4 - 10 agosto 2018

Hoy volvemos a la isla Streymoy para visitar la localidad de Tjørnuvík, que ayer lo dejamos pendiente.

Accedemos a este pequeño pueblecito costero, de apenas 70 habitantes, por una estrechísma carretera que desciende por la ladera de una montaña.


El lugar no puede ser más pintoresco, de un lado, decenas de cascadas caen al pie del pueblo hasta alimentar un pequeño riachuelo, hacia el otro lado el mar, con los trolls de piedra Killin Og Resining  y su playa de arena oscura.



Para que os hagáis una pequeña idea de los impresionantes acantilados de este país, los dos "trolls" que se ven en la imagen miden entre 80 y 90 metros.



El pueblo, como casi todos los que llevamos visitados, parece un pueblo fantasma, y sinó fuese por lo bonitas y cuidadas que están sus casas, nos parecería  abandonado.


Una vez finalizada la visita, ponemos rumbo al otro extremo de la isla, a la capital Tórshavn.

Aparcamos el coche en un fantástico aparcamiento gratuito, en el mismo centro de la ciudad.

Al bajarnos del coche, empieza a llover y como ya es la hora de comer, nos acercamos a una hamburguesería, los restaurantes con comida típica feroesa, que habíamos buscado por internet, solo abren para cenar.


En la hamburguesería hacemos tiempo hasta que pasa el chaparrón y con los chubasqueros puestos, nos acercamos a la pequeña península de Tinganes.


Esta península, reune los edificios históricos de la ciudad, donde la madera negra de algunos y la roja de otros contrastra con los techos de hierba de los más antiguos.





En la punta de esta península destaca un edificio rojo con faldón blanco, sede del Gobierno Feroés.


En la pequeña zona comercial de Tórshavn compramos dos cds de música, uno de una cantante muy famosa del país, Eivør, y el otro un recopilatorio.

Una vez finalizada la visita a esta pequeña capital, volvemos a coger el coche y ponemos rumbo a Kirkjubøur.


Los paisajes que nos acompañan por el camino nos dejan con la boca abierta, este país no deja nunca de sorprendernos. El sol vuelve a hacer acto de presencia, y alucinamos con los diferentes cambios climáticos dentro de un mismo día.



Lo primero que vemos cuando llegamos a Kirkjubøur, es un parque infantil, y aquí pasamos un rato muy agradable con Dídac.

Este pueblo es famoso por tener registrada una de las casas de madera habitadas en continuo más antigua del mundo (aunque se suele aceptar que es la más antigua). De hecho, en este rincón comienza la historia de cómo se fueron habitando las apartadas Islas Feroe.



Actualmente esta casa es un museo que pertenece a la 17ª generación de la misma familia que la ocupa desde el año 1550, y de hecho, estos descendientes siguen viviendo aquí.


Al lado de esta histórica casa se encuentra la inacabada Catedral Magnus y la iglesia (aún utilizada y para variar, la más antigua de las islas, que data del siglo XII), edificaciones que completan el sitio de mayor valor histórico de todo el archipiélago.


En la visita nos encontramos juguetes de los niños de por aquí, en concreto un tractor enorme, que hace las delicias de Dídac.


Nos da una pereza tremenda tener que marcharnos de este lugar, Dídac no quiere bajarse de "su tractor" y Esther tampoco se quiere bajar de un alto muro con hierba donde se ha tumbado a tomar el sol, pero ya son las 8 de la tarde, y con todo el dolor de nuestra alma, tenemos que decir adiós a este bucólico lugar.

Cogemos el coche rumbo a nuestra casita feroense y planeamos la ruta para el día siguiente.

Solo para seguir sumando, desde Tórshavn hemos visto la isla de Nolsoy, de camino a Kirkjubøur hemos visto Koltur y Hestur, y desde la propia ciudad de Kirkjubøur se puede ver Sandoy. En total 11 de 18.

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