Antes una fotito de nuestro apartamento.
Llegamos enseguida, pero la ruta se nos hace pesada, debido a lo complicado que nos resulta movernos con el carricoche por tanta calle adoquinada y tanta acera estrecha, menos mal que tenemos un carrito todoterreno que lo resiste todo.
El barrio judío nos decepciona bastante, son apenas dos callejones atravesados por la Rua de São Bento da Vitória.
Las bodegas se encuentran situadas en Vila Nova de Gaia, la localidad a orillas del río prácticamente integrada en la ciudad y que debe su prosperidad a uno de los vinos más peculiares del mundo, el Oporto.
Elegimos la bodega Taylor´s, considerada por muchos amantes del mundo vinícola como la mejor productora de vino de Oporto.
Barajamos la idea de coger un taxi, pero como es pronto y estamos animados, decidimos llegar a pie, siguiendo las indicaciones de google maps. Este nos lía bastante y nos da muchísima vuelta, pero llegamos, aunque bastante cansados y cabreados, la opción del taxi hubiese sido la más acertada.
La visita a la bodega nos cuesta 12€ por persona e incluye audioguía y cata de 2 vinos de Oporto.
Dídac se lo pasa en grande con las piedrecitas del suelo del interior de la bodega, y tocando todo lo que se puede tocar de la exposición.
Hay una cuba de vino gigante, con el logo de la bodega en la cual han instalado una cámara y un ordenador para hacer "selfies" y enviarlos por correo electrónico. Nos gusta esta idea y pasamos un rato muy divertido con las fotos.
La cata de vino se realiza en la terraza de un jardín encantador muy al estilo británico, con flores, fuentes y pavos reales.
Dídac alucina con estos animalitos y con un gallo que campa a sus anchas por el jardín
Hacemos la comprita de rigor de los vinos que hemos probado en la cata, que nos han parecido muy ricos y damos por concluída esta visita, totalmente recomendada.
La vuelta la realizamos muchísimo más rápida, nos hemos orientado bien, y hemos pasado de nuestro navegador.
Por desgracia llegamos cuando las visitas guiadas habían terminado, y está empezando a llover, así que cruzamos la calle corriendo y llegamos en un "plis" a nuestro apartamento, donde nos espera una suculenta tortilla de patatas que hemos dejado preparada este mediodía.
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