Nos despertamos en Djúpivogur con idea de coger un barco hacia Papey, una pequeña isla cercana. Cuando llegamos al puerto, nos comunican que el barco de la 1 del mediodía está lleno, y no nos pueden asegurar que el de las 3 vaya a zarpar, porque va en función de la mar y de la decisión que tome el capitán.
Para no perder tiempo, decidimos ir a visitar los primeros fiordos de nuestra ruta del día. Durante el camino hay bastantes tramos de carretera sin asfaltar.
Vemos el fiordo de Breiðalsvík.
En este punto vemos que volver a Djúpivogur para coger el barco a la isla es un poco inviable por tiempo, y por lo que hemos leído en la guía, la isla es para ver frailecillos, que ya habíamos visto ayer. Así que ponemos rumbo a Eskifjörður, lugar donde pasaremos la noche.
De camino, bordeamos toda la costa y los fiordos que visitamos son: Stöðvrfjördur, Fáskruvðsfjördur, y Reyðarfjördur.
Al llegar al hotel, dejamos todas las cosas y nos ponemos rumbo a Seyðisfjördur. Según nuestra guía, si sólo se dispone de un día para ver los fiordos orientales, este es el pueblo más bonito y recomendable.
De camino pasamos por un puerto de montaña con un lago en su cúmbre.
En este punto de la montaña nos vemos sorprendidos por la niebla, muy densa, así que nos vemos obligados a conducir muy despacio y con mucha precaución.
Al llegar vemos el pueblecito de este fiordo, con sus pintorescas casitas de múltiples colores, que parecen estar ancladas en el tiempo, y con su característica iglesia azul, imagen de muchas postales.
Hace bastante frío, y como ya hemos visto que el camino puede ser complicado por la abundante niebla, decidimos no perder más tiempo y volver.
En el hotel, Aaron y Juanki se ponen a sacar un par de fotos nocturnas con la entrada de un barco en el puerto, justo al lado de nuestro apartamento.
Y "las Estheres" aprovechan para poner una lavadora y secadora.
Nos vamos a dormir, que mañana vuelve a ser un día bastante largo de coche y cosas para ver.
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