El panorama desolador, las 6h de retraso se nos hacen eternas y después de esperar al lado del Burguer King tumbados en el suelo, nos ponemos en marcha para volver a la terminal de vuelos domésticos.
El aeropuerto está desierto, las tiendas cerradas, y el personal de seguridad no estaba en sus puestos de trabajo, salieron de una habitación sólo para atendernos en el control de pasaportes.
El avión por fin despega a las 3.30h. y llegamos a Hanoi dos horas más tarde. El taxista nos intenta engañar nuevamente, pero ya hemos aprendido como funcionan aquí las cosas, le damos lo que estaba estipulado en la parada de taxis del aeropuerto y nos bajamos.
Habiamos quedado con Javi y Milva en el Hotel Elisabeth, pero nos dijeron que era una porquería de hotel y que ellos anulaban la noche que les quedaba. Nosotros también llegamos con esa intención y nos enfadamos con ellos porque la habitación que teníamos reservada, se la habían dado a otros y no pudimos ni ducharnos. Así que nos conectamos a internet y cancelamos por booking.
Y nos dirijímos al nuevo hotel que habían reservado Javi y Milva , perfecto y acogedor!!! Esta situado al lado del otro en el casco antiguo de la ciudad, se llama Holiday Diamond.
En el mismo hotel contratamos el crucero para la bahía de Halong y el tren a Sapa. Y nos ponemos en marcha para explorar esta caótica ciudad.
Hanoi es el orden dentro del kaos, por un mismo espacio, circulan peatones, coches, motos, bicicletas, motos por encima de la acera (cuando las hay) y por mucho que habíamos leído en blogs y guías, no nos lo podíamos ni imaginar, esto supera cualquier expectativa.
La primera parada es el lago de Hoan Kien, con el puente Huc, por el que se accede a la pagoda de la Tortuga.
Paramos a comer en un resturante con vistas al lago, el lugar perfecto para descansar y refrescarnos un poco.
Después de comer, nos acercamos al teatro de marionetas de agua, un espectáculo típico de la ciudad de Hanoi, aquí algunos de nosotros aprovechamos para hacer una sistecita.
Milva y Javi se van de compras y los demás, debido a los retrasos del vuelo del día anterior, estamos hechos polvo y decidimos volver al hotel a tumbarnos un rato.
Al despertar, nos reecontramos todos y vamos a visitar el barrio francés que nos decepciona bastante.
Pero pasamos por el jardín de Lenin y un salon recreativo con máquinas ochenteras, un lugar anclado en el tiempo nuy curioso.
De vuelta en taxi, paramos en el lago para hacer unas fotos nocturas, y de allí a comprar bambas a buen precio (evidentemente de imitación).
Volvemos al hotel a dejar las compras y nos tomamos una cervecita antes de ir a cenar.
Después de callejear un buen rato, y encontrar muchos sitios cerrados ya, nos decidimos por lo único que encontramos abierto.
De aquí a dormir que mañana toca madrugar y un buen tute.
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