Algunas imágenes de esta entrada pueden herir sensibilidades.
Y por fin llegó el dia más esperado en tierra Toraja, en el que nos disponemos a visitar un funeral típico de aquí, que, aunque suene un poco macabro, era la razón principal de nuestra visita a Sulawesi. Teníamos información de las guías, de personas con las que nos habíamos cruzado pero nunca nos pudimos llegar a imaginar que fuera tan increiblemente sorprendente.
Pero antes, el guía que habíamos contratado, Uchu, nos ha llevado a Londa, para visitar sus tumbas en cuevas. Al llegar a ellas lo primero que nos llama la atención son los tau tau (efigies de madera que se asemejan a la persona difunta) que nos reciben con su mirada fija en el horizonte.
También vemos los famosos ataudes colgantes, hechos de madera, ya deteriorada por el paso de los años, pero que aún conservan bonitas inscripciones.
Entramos en las cuevas (con la ayuda de un hombre que portaba una lámpara de gas), nos ha soprendido muchísimo, tener tan al alcance de la vista y de la mano, tantos restos humanos de esqueletos enteros, nos ha parecido estar dentro de una película de Indiana Jones.
Nos comenta el guía, que los familiares son los que se encargan del mantenimiento de las cuevas, que están llenas de ofrendas como flores y muchos cigarrillos, e incluso les cambian de ropa, y les cuidan como si aún estuviesen vivos, todo muy surrealista.
Para que veais como era de pequeño el acceso a esta cavidad nos hemos hecho una foto todos juntos.
En la siguiente cueva encontramos apilados un gran número de ataudes, que según nos cuentan, están así porque se rompieron las maderas que los sujetaban.
Nos metemos por un pequeño orificio con unas calaveras para hacernos unas fotos.
A continuación seguimos un pequeño sendero para ver la cima de la montaña, donde en las pequeñas grietas que tiene se encuentran enterrados personas de clase alta que tienen sus esfigies en la base.
Y por fin nos dirigimos hacia el pueblo toraja donde se celebra el funeral. Lo que más nos había llamado la atención de todo lo que habíamos leído, era que se sacrifiaban búfalos, para limpiar el alma del difunto de malos espíritus, y pensábamos que la ceremonia se iba a reducir a eso, no nos esperábamos tanta liturgia, ni tanta celebración.
Al entrar en el poblado vemos todos los búfalos, algunos de los cuales iban a ser sacrificados, y un corro de gente cogida de la mano dando saltos al ritmo de las canciones que cantaban.
Vemos toda la decoración y preparativos que estaban dispuestos a lo largo del pueblo, entre ellos la esfigie de madera del difunto (tau tau) que será depositada en la cueva junto al ataud.
Son ceremonias abiertas, que dejan participar a extrangeros, incluso les gusta. En esta habia un escocés con su gaita que empezó a tocar al inicio y durante la marcha para marcar el paso.
Comienza la procesión con una actuación que impresiona. Inicialmente sacan unas cañas de bambú como si fueran estandartes. A continuación sacan los búfalos y luego el tau tau del difunto junto a su cuerpo.
Nos cuentan que el difunto lleva muerto 1 año, pero que la familia necesitó de este tiempo para poder reunir el dinero necesiario para poder celebrar los funelares, que duran cuatro días. En este año, la familia convive con el muerto, lo embalsaman y le asignan la habitación mejor de la casa, donde los familiares le visitan, toman café y charlan a su lado.
Fuera del poblado esperaba una talla de una casa tradicional toraja, que los hombres llevaban en hombros como en nuestras procesiones de Semana Santa. A esta talla se le adjuntó una tela roja larguísima donde se colocaron debajo todas las mujeres vestidas de luto.
Nuestras chicas aventureras se infiltraron con las mujeres y se pusieron debajo de la tela, ayudando a sostenerla.
Los chicos se quedaron más apartados hasta que Dani se hizo el "amo del cotarro". Todo el mundo iba gritando cosas que no entendíamos, dirigidos por un señor que llevaba un megáfono, a Dani le salió la vena supporter, agarró el megáfono..., y mejor que lo veais.
La procesión continua hasta volver a entrar al poblado. Suben la talla de madera, y el ataúd, a un especie de capilla hecha de bambú, que está en alto, y esto cuesta bastante esfuerzo.
Por otro lado, las mujeres que iban de luto, comienzan un baile en el que se dan patadas y se ríen unas de otras.
Según la clase social, se sacrifican más o menos búfalos durante los días que dura la celebración. Hoy han sido dos búfalos, y dos cerdos.
Antes de sacrificar a los animales, unas mujeres vestidas con trajes tradicionles de color azul, sirvieron té, café y pastas a todos los invitados, incluídos los turistas.
Comienza el sacrificio eligiendo al búfalo, se le da un golpe certero en el cuello con un cuchillo, y se espera a que el animal muera. El espectáculo puede resultar grotesco, sangriento y de mal gusto, pero son sus tradiciones ancestrales y se tienen que respetar, siempre queda la opción de no mirar, por la que optó Esther y Judith, que salieron corriendo, Berta aguantó con los chicos valientemente. Todo esto queda reflejado en la siguiente instantánea tomada por Dani.
Una vez sacrificados los dos animales, vamos a entregar nuestra ofrenda a la familia. El guía nos aconsejó, que como éramos un grupo pequeño, comprásemos un cartón de tabaco, que le entregamos a la viuda, y nos lo agradeció sinceramente, se puso muy contenta al ver el regalo.
Como ya hemos dicho, los extranjeros podemos participar, es más nos invitan a ello, y detrás de nuestra ofrenda iba la de un grupo de turistas que entregó un cerdo vivo.
Como lo más importante ya había finalizado, nos fuimos a comer a un restaurante cercano, donde sólo habían turistas. Los guias se juntaron y empezaron a cantar, y como muchas canciones eran españolas, nosotros las cantabamos, animando el ambiente.
Después nos fuimos a ver peleas de búfalos. No sabíamos que nos íbamos a encontrar, pero el resultado fue curioso, divertido y mucho menos sangriento que una corrida de toros, al menos aquí no torturan a los animales, ni tampoco los sacrifican.
El combate se disputa en unos arrozales secos, la gente se agolpa para ver a los búfalos a la par que hacen apuestas. Las reglas son fáciles, el que huye, deja de pelear o sale herido, pierde.
Ver esas moles de animales quedarse quietos cuando juntan las cornamentas es impresionante.
En este caso somos los chicos los que nos aventuramos a acercarnos, viendo que los búfalos van a su rollo y es "seguro".
De golpe se enzarzan en un combate, empiezan a correr y saltan de un arrozal a otro (con un pequeño foso), sigue la pelea como si nada, y la gente corriendo a verlo. Al final se cansan y se van a comer hierba de otros campos, pero sin más dilación sueltan otros dos a nuestras espaldas, cosa que nos pilló de improviso y nos conmocionó un poco, suerte que estaban bastante lejos, pero todo esto sin avisar.
Después de un par más de combates nos fuimos a ver las últimas cuevas.
Las primeras eran donde estaban enterrados las personas de la familia real. Habían 4 familias en diferentes orificios. Todos tenían sus tallas de madera representativas, donde se podía apreciar la antiguedad de las tau tau con sólo ver el detalle con el que estaban hechas. Incluso había una tumba bajo tierra porque esta era de un musulmán (las anteriores eran de la antigua religión toraja y algunos cristianos).
De camino a la última cueva, vemos un arrozal de foto, hemos tenido que parar para fotografiarlo.
Y llegamos al último punto de visita del día. En este momento Berta soltó una de las perlas del viaje: "Joder con el casco, todo el día quita, pon y peinate", simplemente genial.
Esta cueva era más pequeñita que las anteriores. Muchas más calaveras que en las otras, dispuestas por todos lados, e incluso un pequeño banquito repleto de ellas.
Subimos por unas escaleras y vemos más tau tau y ataudes colgantes.
Cena en el café Aras de despedida, (Aaron y Esther abandonan el grupo), pasando un muy buen rato con el guía Uchu (que tiene a nuestras chicas locas) y con Yusuf, al cual hemos cogido mucho cariño y nos lo traeríamos para casa con nosotros.
Nos cantan un montón de canciones con la guitarra, unas divertidas, otras más melancólicas. Yusuf nos explica su vida, está triste porque tiene una novia española, a la que ve muy poco, porque a él no le dan el visado, y ella debido a lo complicado que es llegar hasta aquí, sólo puede visitarle un par de veces al año.
Por último cantan una canción de despedida a Esther y Aaron simplemente emotiva, aquí os dejamos un trocito.
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